Encontrados 43 resultados para: salía
Salía de Betel, Luz, pasaba por los límites de los arquitas, en Atarot; (Josué 16, 2)
Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: "Indícanos por dónde se puede entrar en la ciudad y seremos benévolos contigo". (Jueces 1, 24)
Ellos subieron. Apenas habían entrado en la ciudad, cuando se encontró con ellos Samuel, que salía para subir al alto. (I Samuel 9, 14)
Una vez que Saúl tomó posesión del reino de Israel, hizo la guerra a todos sus enemigos de alrededor: Moab, los amonitas, Edón, el rey de Sobá y los filisteos. Y siempre salía victorioso. (I Samuel 14, 47)
David se levantó de madrugada, dejó las ovejas al cuidado de un pastor, tomó su carga y partió, como se lo había mandado Jesé. Llegó al campamento cuando el ejército salía para tomar posiciones, lanzando gritos de guerra. (I Samuel 17, 20)
Cuando el rey David llegó a Bajurín, salió de allí un hombre del mismo clan de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Salía profiriendo maldiciones. (II Samuel 16, 5)
El rey les dijo: "Haré lo que os parezca". El rey se puso en pie junto a la puerta, mientras salía el ejército por grupos de ciento y de mil. (II Samuel 18, 4)
y le dijo: "¡Que mi señor no me tenga en cuenta la falta y que no recuerde el delito que cometió tu siervo el día en que mi señor, el rey, salía de Jerusalén! Que el rey no lo tome a pecho. (II Samuel 19, 20)
Jehú partió de allí y se encontró con Jonadab, hijo de Recab, que le salía al encuentro. Le saludó y le dijo: "¿Eres sincero conmigo como yo lo soy contigo?". Jonadab respondió: "Sí". Entonces Jehú dijo: "Si es así, dame la mano". Le dio la mano y le hizo subir consigo al carro, (II Reyes 10, 15)
Azarías, el sacerdote jefe, y todos los sacerdotes se fijaron en él, vieron la lepra en su frente y se apresuraron a echarlo de allí, cuando él mismo salía ya precipitadamente, porque el Señor lo había castigado. (II Crónicas 26, 20)
Ella le respondía: "¡Que no me preocupe, cuando ha muerto mi hijo!...". Todos los días salía a las afueras y oteaba el camino por donde había marchado su hijo. De nadie se fiaba. Al caer la tarde, volvía a casa, y durante la noche suspiraba y lloraba, sin poder dormir. (Tobías 10, 7)
Cuando entonces salía a la puerta de la ciudad y mi asiento en la plaza colocaba, (Job 29, 7)