Encontrados 75 resultados para: quiso

  • Porque él no quiso nunca tener misericordia y persiguió a muerte al pobre, al afligido y al humilde; (Salmos 109, 16)

  • amó la maldición, sobre él recaiga; no quiso bendición, que de él se aleje; (Salmos 109, 17)

  • Judas se dio cuenta de que había llegado con engaño, tuvo miedo y no quiso verlo más. (I Macabeos 7, 30)

  • Pero él no quiso aceptarlos; más aún, revocó las concesiones hechas a Simón y se declaró su enemigo. (I Macabeos 15, 27)

  • Al cabo de muchos años, cuando Dios quiso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a los descendientes de aquellos sacerdotes que lo habían escondido en busca del fuego. Según ellos nos dijeron, no encontraron fuego, sino un agua muy espesa, y mandó que se la llevaran. (II Macabeos 1, 20)

  • Dios quiso que se apoderaran de la ciudad, y entonces hicieron tal carnicería que un lago vecino, de cuatrocientos metros de ancho, parecía lleno de sangre. (II Macabeos 12, 16)

  • A pesar de esto, Nicanor, conociendo el valor de los de Judas y el entusiasmo con que luchaban por la patria, no quiso aventurarse a ponerlo todo a prueba de sangre. (II Macabeos 14, 18)

  • El Señor endureció el corazón del faraón que no lo quiso reconocer para manifestar sus obras bajo el cielo. (Eclesiástico 16, 15)

  • Pero el Señor quiso destrozarlo con padecimientos. Si él ofrece su vida por el pecado, verá descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá gracias a él. (Isaías 53, 10)

  • Jeremías quiso salir de la ciudad para dirigirse a la tierra de Benjamín a hacer las reparticiones del aprovisionamiento entre los suyos. (Jeremías 37, 12)

  • Una vez, mientras ellos seguían acechando la ocasión oportuna, salió ella, como de ordinario, con dos doncellas, y quiso bañarse en el jardín porque hacía mucho calor. (Daniel 13, 15)

  • pero no quiso decírnoslo. De todo esto nosotros somos testigos". La asamblea los creyó, como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte. (Daniel 13, 41)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina