Encontrados 147 resultados para: nunca

  • Tiene en su mano el bieldo, limpiará su era y recogerá su trigo en el granero; pero quemará la paja con fuego que no se apaga nunca". (Mateo 3, 12)

  • Entonces yo les diré: "Nunca os conocí. Apartaos de mí, agentes de injusticias". (Mateo 7, 23)

  • ¿Oyes lo que éstos dicen?". Jesús les contestó: "Sí. ¿Nunca habéis leído: De la boca de los pequeños y de los niños de pecho te procuraste alabanzas?". (Mateo 21, 16)

  • Jesús les dijo: "¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; esto ha sido obra del Señor, una maravilla a nuestros ojos?" (Mateo 21, 42)

  • Jesús, al ver que acudía más gente, increpó al espíritu inmundo diciendo: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno: Sal del muchacho y nunca más vuelvas a entrar en él". (Marcos 9, 25)

  • Él contestó a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me has dado ni un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. (Lucas 15, 29)

  • Os aseguro que el que guarda mi palabra nunca morirá". (Juan 8, 51)

  • Los judíos le dijeron: "Ahora estamos seguros de que estás endemoniado. Abrahán y los profetas murieron, y tú dices: El que guarde mi palabra nunca morirá. (Juan 8, 52)

  • Porque David dice de él: Veía siempre al Señor en mi presencia, lo tengo a mi derecha, y así nunca tropiezo. (Hechos 2, 25)

  • ¡Nunca jamás! Pues es necesario reconocer que Dios es leal y los hombres desleales, como dice la Escritura: Tus palabras demostrarán que eres inocente y saldrás vencedor en el juicio. (Romanos 3, 4)

  • Si Abrahán hubiera sido justificado por el cumplimiento de la ley, podría estar orgulloso, aunque nunca ante Dios. (Romanos 4, 2)

  • ¡Nunca jamás! Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo en él? (Romanos 6, 2)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina