Encontrados 354 resultados para: nuestros
"Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, alabado y ensalzado eternamente. Bendito sea tu nombre santo y glorioso, alabado y ensalzado eternamente. (Daniel 3, 52)
No hemos escuchado a los profetas, tus siervos, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país. (Daniel 9, 6)
Señor, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. (Daniel 9, 8)
Este desastre nos ha sobrevenido tal y como está escrito en la ley de Moisés; pero nosotros no hemos tratado de aplacar la ira del Señor, nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestros pecados y dando oídos a tu verdad. (Daniel 9, 13)
Señor, movido por tu misma justicia, retira tu cólera y tu furor de Jerusalén, que es tu ciudad, tu santo monte; pues a causa de nuestros pecados y de las injusticias de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo se han hecho el escarnio de todas las gentes circundantes. (Daniel 9, 16)
Aquel día se contará sobre vosotros un proverbio, se cantará una elegía y se dirá: "¡Estamos totalmente arruinados! Se ha vendido la porción de mi pueblo, y nadie ya la restituye. ¡Entre los apóstatas se reparten nuestros campos!". (Miqueas 2, 4)
Ahora se han juntado contra ti numerosas naciones. Ellas dicen: "Que sea profanada para que nuestros ojos puedan contemplar la ruina de Sión". (Miqueas 4, 11)
Él mismo será la paz. Cuando el asirio invada nuestra tierra y ponga el pie en nuestros palacios, enviaremos contra él siete pastores y ocho jefes del pueblo. (Miqueas 5, 4)
Volverá a compadecerse de nosotros, pisoteará nuestros pecados, arrojará nuestras culpas al fondo del mar. (Miqueas 7, 19)
Concede a Jacob tu fidelidad, tu misericordia a Abrahán, como juraste a nuestros padres desde los días de antaño. (Miqueas 7, 20)
¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un único Dios? Entonces, ¿por qué estamos unos contra otros, profanando el pacto de nuestros padres? (Malaquías 2, 10)
Le dijeron: "¡Señor, que se abran nuestros ojos!". (Mateo 20, 33)