Encontrados 91 resultados para: ministerio de alabanza

  • Cuando terminaron, llevaron al rey y a Yehoyadá el dinero sobrante, con el cual se hicieron utensilios para el templo del Señor: utensilios para el ministerio y los holocaustos, copas y objetos de oro y plata. Mientras vivió Yehoyadá, todos los días se ofrecieron holocaustos en el templo. (II Crónicas 24, 14)

  • Ezequías restableció las clases de sacerdotes y de los levitas y asignó a cada uno su servicio: los holocaustos, los sacrificios de reconciliación, el servicio, la acción de gracias y la alabanza con las puertas del campamento del Señor. (II Crónicas 31, 2)

  • Y los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodiyías, Sebanías y Petajías dijeron: "Levantaos y bendecid al Señor, vuestro Dios, desde siempre y por siempre. ¡Bendito sea tu nombre sublime y excelso, superior a toda bendición y alabanza! (Nehemías 9, 5)

  • Los jefes de los levitas eran Jasabías, Serebías, Josué, Binuy, Cadmiel; los otros levitas que formaban el segundo coro para alternar con aquéllos los himnos de alabanza y de acción de gracias, conforme a las normas de David, hombre de Dios, un coro frente a otro, eran: (Nehemías 12, 24)

  • Pues ya en los lejanos tiempos de David y de Asaf existían grupos de cantores y colecciones de cánticos de alabanza y de acción de gracias a Dios. (Nehemías 12, 46)

  • Bendijeron entonces al Señor de esta manera: "Bendito seas, oh Dios, con toda alabanza pura. Bendito seas por los siglos. (Tobías 8, 15)

  • Justos, alabad al Señor, la alabanza es propia de los rectos; (Salmos 33, 1)

  • Bendeciré al Señor a todas horas, su alabanza estará siempre en mi boca; (Salmos 34, 2)

  • mi lengua anunciará entonces tu justicia y proclamará tu alabanza todo el día. (Salmos 35, 28)

  • puso en mi boca un cantar nuevo, una alabanza para nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y confiarán en el Señor. (Salmos 40, 4)

  • Cantábamos en todo tiempo tu alabanza celebrando tu nombre sin cesar. (Salmos 44, 9)

  • Grande es el Señor y digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo. (Salmos 48, 2)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina