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No la comerás, para que seáis felices tú y tus hijos después de ti por haber hecho lo que es justo a los ojos del Señor. (Deuteronomio 12, 25)
El homicida puede refugiarse allí y salvar su vida si mató a su prójimo sin querer, sin haber sido anteriormente enemigo suyo. (Deuteronomio 19, 4)
la sacarán fuera de la casa de su padre y toda la ciudad la matará a pedradas, por haber cometido una acción infame en Israel prostituyendo la casa de su padre. Así extirparás la maldad de en medio de ti. (Deuteronomio 22, 21)
los dos serán sacados a las puertas de la ciudad y matados a pedradas: la joven por no haber pedido socorro estando en la ciudad, y el hombre por haber deshonrado a la mujer de su prójimo. (Deuteronomio 22, 24)
Llevarás en tu equipaje una paleta, con la cual harás un hoyo en la tierra, y luego lo taparás, después de haber hecho en él tus necesidades. (Deuteronomio 23, 14)
Si un hombre se casa con una mujer y luego no le gusta por haber encontrado en ella algo indecente, le dará por escrito un certificado de divorcio y la echará de casa. (Deuteronomio 24, 1)
Te presentarás al sacerdote en funciones y le dirás: Yo declaro hoy en presencia del Señor, mi Dios, haber entrado ya en la tierra que el Señor había jurado a nuestros padres que nos daría. (Deuteronomio 26, 3)
Vendrán sobre ti y te alcanzarán las bendiciones siguientes por haber obedecido al Señor, tu Dios. (Deuteronomio 28, 2)
Todas estas maldiciones vendrán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte por no haber obedecido al Señor, tu Dios, observando los mandamientos y leyes que él te ha prescrito. (Deuteronomio 28, 45)
Por no haber servido al Señor, tu Dios, con gozo y alegría en la abundancia de bienes, (Deuteronomio 28, 47)
Quedaréis muy pocos, vosotros que erais numerosos como las estrellas del cielo, por no haber obedecido al Señor, tu Dios. (Deuteronomio 28, 62)
Si alguno, después de haber oído las palabras de este juramento, se hace ilusiones y dice: Todo me saldrá bien, aunque haga lo que me dé la gana, pues la abundancia de agua apaga la sed, (Deuteronomio 29, 18)