Encontrados 506 resultados para: espíritu humano

  • Cayeron sobre sus rostros y dijeron: "¡Oh, Dios, Dios del espíritu de todo viviente! ¿Ha pecado uno solo, y tú te irritas contra toda la comunidad?". (Números 16, 22)

  • No es Dios un hombre para que mienta, ni un ser humano para que cambie de opinión. ¿Dice él y no hace? ¿Habla y no cumple? (Números 23, 19)

  • Levantó los ojos y vio a Israel acampado por tribus; el espíritu del Señor vino sobre él, (Números 24, 2)

  • El Señor respondió a Moisés: "Toma a Josué, hijo de Nun, sobre quien reside el espíritu, y pon tu mano sobre él. (Números 27, 18)

  • y en efectivo humano, de mujeres que no habían compartido lecho de varón, 32.000 personas en total. (Números 31, 35)

  • Pero Sijón, rey de Jesbón, no nos permitió pasar por sus dominios, pues el Señor, tu Dios, había hecho inflexible su espíritu y había endurecido su corazón, con el fin de ponerlo en tus manos, como aún lo está hoy. (Deuteronomio 2, 30)

  • Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos. A él obedecieron los israelitas, como lo había ordenado Moisés. (Deuteronomio 34, 9)

  • El espíritu del Señor vino sobre él, fue juez de Israel y salió a combatir contra Cusán Risatayín, rey de Edón; el Señor se lo puso en sus manos y lo derrotó. (Jueces 3, 10)

  • Entonces el espíritu del Señor se apoderó de Gedeón, tocó la trompeta, y Abiezer le siguió. (Jueces 6, 34)

  • Después el Señor mandó un espíritu de discordia entre Abimelec y los nobles de Siquén, y los nobles de Siquén se levantaron contra Abimelec, (Jueces 9, 23)

  • El espíritu del Señor vino sobre Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, pasó a Mispá de Galaad, y de allí al territorio de los amonitas. (Jueces 11, 29)

  • Y el espíritu del Señor comenzó a actuar en él en el campo de Dan, entre Sorá y Estaol. (Jueces 13, 25)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina