Encontrados 1019 resultados para: bajo su mano

  • Pablo bajó, se echó sobre él y, abrazándolo, dijo: "Tranquilos, que está vivo". (Hechos 20, 10)

  • Cuando iban ya a cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo, alborotaron a la gente y le echaron mano, (Hechos 21, 27)

  • El comandante se lo permitió. Pablo, puesto en pie sobre las escaleras, hizo ademán al pueblo con la mano, y se hizo un gran silencio. Entonces habló en lengua hebrea: (Hechos 21, 40)

  • Como no veía nada debido a aquel gran resplandor, entré en Damasco llevado de la mano de mis compañeros de viaje. (Hechos 22, 11)

  • Al día siguiente, queriendo saber con certeza de qué lo acusaban los judíos, lo desató y mandó que se reunieran los sumos sacerdotes y el tribunal supremo. Después bajó a Pablo y lo hizo comparecer ante ellos. (Hechos 22, 30)

  • Cuando se hizo de día, los judíos convocaron una reunión, en la que se comprometieron bajo juramento a no comer ni beber hasta que matasen a Pablo. (Hechos 23, 12)

  • Se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: "Nos hemos comprometido bajo juramento a no comer nada hasta matar a Pablo. (Hechos 23, 14)

  • El comandante lo agarró de la mano, se lo llevó aparte y le preguntó: "¿Qué es lo que tienes que decirme?". (Hechos 23, 19)

  • Tú no lo creas, porque más de cuarenta hombres de entre ellos le van a tender una emboscada, y se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado; y ahora están preparados, esperando tan sólo tu respuesta". (Hechos 23, 21)

  • Festo se quedó con ellos unos ocho o diez días. Después bajó a Cesarea. Al día siguiente se sentó en el tribunal, y mandó que trajesen a Pablo. (Hechos 25, 6)

  • Agripa dijo a Pablo: "Tienes permiso para hablar en tu defensa". Entonces Pablo, con la mano extendida, presentó su defensa: (Hechos 26, 1)

  • Pablo recogió un montón de ramaje y, al echarlo al fuego, una víbora, que escapaba de las llamas, le mordió la mano. (Hechos 28, 3)


“Deus não opera prodígios onde não há fé.” São Padre Pio de Pietrelcina