Encontrados 38 resultados para: Tomad

  • Haced esto: Coré y todos sus secuaces, tomad los incensarios, (Números 16, 6)

  • Tomad cada uno vuestro incensario, poned en él el incienso y llegaos ante el Señor con vuestro incensario: 250 incensarios. Tú y Aarón, llegaos también con vuestro incensario". (Números 16, 17)

  • Éstos son los dominios que yo pongo en vuestras manos. Entrad y tomad posesión de esta tierra que el Señor juró dar a vuestros padres, a Abrahán, Isaac y Jacob, a ellos y a sus descendientes. (Deuteronomio 1, 8)

  • Ya habéis dado bastantes vueltas a esta montaña. Tomad la dirección del norte. (Deuteronomio 2, 3)

  • "Tomad este libro de la ley y ponedlo al lado del arca de la alianza del Señor, vuestro Dios; que esté allí como testimonio contra ti, (Deuteronomio 31, 26)

  • y dadles esta orden: Tomad de ahí, del medio del Jordán, del lugar donde han estado los sacerdotes a pie firme, doce piedras, llevadlas con vosotros y dejadlas en el lugar donde paséis esta noche". (Josué 4, 3)

  • Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les dijo: "Tomad el arca de la alianza, y que siete sacerdotes lleven siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca del Señor". (Josué 6, 6)

  • Entonces nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos dijeron: Tomad con vosotros víveres para el camino, id a su encuentro y decidles: Somos siervos vuestros, haced un pacto con nosotros. (Josué 9, 11)

  • Vosotros, como israelitas, deliberad y tomad una decisión". (Jueces 20, 7)

  • Haced un carro nuevo, tomad dos vacas que estén criando y que no hayan llevado el yugo; uncid las vacas al carro y dejad sus crías en el establo. (I Samuel 6, 7)

  • Tomad el arca del Señor y ponedla sobre el carro. Poned en un cofre junto a ella los objetos de oro que le dais en ofrenda de reconciliación, y dejadla andar. (I Samuel 6, 8)

  • y él les ordenó: "Tomad con vosotros a los servidores de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y llevadlo a Guijón. (I Reyes 1, 33)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina