Encontrados 142 resultados para: Manasés

  • Convocó a todo Judá y Benjamín, y a los de Efraín, Manasés y Simeón, que habitaban entre ellos, pues muchos de los de Israel se habían pasado al lado de Asá al ver que el Señor, su Dios, estaba con él. (II Crónicas 15, 9)

  • Ezequías mandó mensajeros por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y Manasés para que vinieran al templo del Señor, a Jerusalén, a celebrar la pascua en honor del Señor, Dios de Israel. (II Crónicas 30, 1)

  • Los correos recorrieron ciudad tras ciudad la tierra de Efraín y Manasés, llegando hasta Zabulón; pero las gentes se reían y se burlaban de ellos. (II Crónicas 30, 10)

  • Sólo algunos de Aser, Manasés y Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén. (II Crónicas 30, 11)

  • Un gran número de personas de Efraín, de Manasés, de Isacar y de Zabulón no se habían purificado, es decir, comieron la víctima pascual sin conformarse a lo prescrito, pero Ezequías oró por ellos así: "El Señor, que es bueno, perdone (II Crónicas 30, 18)

  • Cuando todo acabó, los israelitas que habían estado presentes recorrieron las ciudades de Judá destruyendo los cipos sagrados, las imágenes de Aserá, los lugares de culto de las colinas y los altares en todo Judá, Benjamín, Efraín y Manasés hasta su extinción total. Luego regresaron a sus ciudades, cada uno a su propiedad. (II Crónicas 31, 1)

  • Ezequías murió y fue sepultado en la subida hacia las tumbas de los hijos de David. Todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores. Le sucedió en el trono su hijo Manasés. (II Crónicas 32, 33)

  • Manasés tenía doce años cuando subió al trono, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. (II Crónicas 33, 1)

  • Pero Manasés descarrió a los de Judá y a los habitantes de Jerusalén, induciéndoles a hacer el mal más aún que las gentes que el Señor había destruido ante los israelitas. (II Crónicas 33, 9)

  • El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero no le escucharon. (II Crónicas 33, 10)

  • Entonces el Señor hizo venir contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales apresaron a Manasés con grillos y, cargado de cadenas, lo condujeron a Babel. (II Crónicas 33, 11)

  • Suplicó al Señor, y el Señor lo atendió, escuchó su oración y lo reintegró a su reino de Jerusalén. Manasés reconoció que el Señor era el auténtico Dios. (II Crónicas 33, 13)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina