Encontrados 336 resultados para: Libros de Reyes

  • Se levantan los reyes de la tierra y los príncipes conspiran a una contra el Señor y su mesías. (Hechos 4, 26)

  • El Señor le dijo: "Anda, que éste es un instrumento que he elegido yo para llevar mi nombre a los paganos, a los reyes y a los israelitas. (Hechos 9, 15)

  • Y bastantes de los que habían practicado artes mágicas llevaron sus libros y los quemaron en presencia de todos; su valor fue calculado en cincuenta mil monedas de plata. (Hechos 19, 19)

  • por los reyes y por todos los que gozan de poder, a fin de que podamos disfrutar de una vida pacífica y tranquila con toda piedad y honestidad. (I Timoteo 2, 2)

  • manifestación que, a su debido tiempo, llevará a cabo el bienaventurado y único Soberano, Rey de reyes y Señor de los señores, (I Timoteo 6, 15)

  • Cuando vengas, tráeme el capote que me dejé en Tróade, en casa de Carpo; tráeme también los libros, sobre todo los pergaminos. (II Timoteo 4, 13)

  • En efecto, este Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, que salió al encuentro de Abrahán cuando éste volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, (Hebreos 7, 1)

  • y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos y el rey de los reyes de la tierra. A aquel que nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su propia sangre, (Apocalipsis 1, 5)

  • Los reyes de la tierra, los príncipes, los generales, los ricos, los poderosos, todos los hombres, esclavos y libres, se escondieron en las cavernas y en las rocas de las montañas. (Apocalipsis 6, 15)

  • Entonces me dijeron: "Es necesario que profetices aún acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes". (Apocalipsis 10, 11)

  • El sexto vertió su copa sobre el río grande, el Éufrates, y sus aguas se secaron, dejando paso libre a los reyes del oriente. (Apocalipsis 16, 12)

  • los espíritus de demonios que hacen prodigios y van a reunir a los reyes de toda la tierra para la guerra del gran día del Dios todopoderoso. (Apocalipsis 16, 14)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina