Encontrados 564 resultados para: Aquel

  • Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Cómo van a creer en él si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír hablar de él si nadie les predica? (Romanos 10, 14)

  • Porque si por comer de algo haces daño a tu hermano, ya no te guías por el amor. Que tu comida no sea causa de que se pierda aquel por quien Cristo ha muerto. (Romanos 14, 15)

  • Él es quien nos libró de aquel peligro mortal y nos seguirá librando. Esperamos que lo siga haciendo en adelante (II Corintios 1, 10)

  • Más aún; lo que bajo este aspecto fue glorioso en aquel ministerio ni siquiera merece tenerse en cuenta comparado con esta gloria soberana del evangelio. (II Corintios 3, 10)

  • Pero sus entendimientos se embotaron, y aquel velo permanece de tal modo que les impide comprender el Antiguo Testamento, y no se dan cuenta de que Cristo ha descorrido ya el velo. (II Corintios 3, 14)

  • Porque no es digno de aprobación el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba. (II Corintios 10, 18)

  • Estoy sorprendido de que tan rápidamente os hayáis apartado de aquel que os llamó por la gracia de Cristo y os hayáis pasado a otro evangelio. (Gálatas 1, 6)

  • A aquel que es poderoso para hacer muchísimo más de lo que pedimos o pensamos, en virtud de su poder que actúa en nosotros, (Efesios 3, 20)

  • antes al contrario, practicando sinceramente el amor, crezcamos en todos los sentidos hacia aquel que es la cabeza, Cristo. (Efesios 4, 15)

  • Todo lo puedo en aquel que me conforta. (Filipenses 4, 13)

  • cuando aquel día se presente glorioso entre los suyos y admirable para todos los que creyeron. Ahora bien, vosotros habéis recibido nuestro testimonio. (II Tesalonicenses 1, 10)

  • Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien todo fue hecho, queriendo llevar a la gloria un gran número de hijos, hiciese perfecto, mediante los sufrimientos, al jefe que debía guiarlos a la salvación. (Hebreos 2, 10)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina