Encontrados 296 resultados para: unos

  • Saúl estaba situado en el límite de Gueba, bajo el granado que está cerca de la era, y las gentes que estaban con él eran como unos seiscientos hombres. (I Samuel 14, 2)

  • Todos los entrampados y desesperados se unieron a él y fue jefe de ellos. Había con él unos cuatrocientos hombres. (I Samuel 22, 2)

  • Se levantó David con sus hombres, que eran unos trescientos; salieron de Queilá, y anduvieron errando. Avisaron a Saúl que David se había escapado de Queilá y suspendió la expedición. (I Samuel 23, 13)

  • Llegó a unos rediles de ganado junto al camino; había allí una cueva y Saúl entró en ella para hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban instalados en el fondo de la cueva. (I Samuel 24, 4)

  • ¿Voy a tomar acaso mi pan y mi vino y las reses que he sacrificado para los esquiladores y se las voy a dar a unos hombres que no sé de dónde son?» (I Samuel 25, 11)

  • David dijo a sus hombres: «Que cada uno ciña su espada.» Todos ciñeron su espada. También David se ciñó su espada. Subieron detrás de David unos cuatrocientos hombres, quedándose doscientos con el bagaje. (I Samuel 25, 13)

  • Tomó Abigaíl a toda prisa doscientos panes y dos ordres de vino, cinco carneros ya preparados, cinco arrobas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó sobre unos asnos, (I Samuel 25, 18)

  • Al cabo de unos diez días hirió Yahveh a Nabal y murió. (I Samuel 25, 38)

  • Tenía la mujer en casa un ternero cebado y se apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos ázimos. (I Samuel 28, 24)

  • Salieron también Joab, hijo de Sarvia, y los veteranos de David, y se encontraron cerca de la alberca de Gabaón; se detuvieron, los unos a un lado de la alberca y los otros al otro. (II Samuel 2, 13)

  • Sedecías, hijo de Kenaaná se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Así dice Yahveh: Con éstos acornearás a Aram hasta acabar con ellos.» (I Reyes 22, 11)

  • De allí subió a Betel. Iba subiendo por el camino, cuando unos niños pequeños salieron de la ciudad y se burlaban de él diciendo: «¡Sube, calvo; sube, calvo!» (II Reyes 2, 23)


“O amor nada mais é do que o brilho de Deus nos homens”. São Padre Pio de Pietrelcina