Encontrados 346 resultados para: siete plagas

  • y rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra. Y, tras de declararlo puro, soltará en el campo el pájaro vivo. (Levítico 14, 7)

  • El que se purifica lavará sus vestidos, se afeitará todo su pelo, se bañará en agua, y quedará limpio. Después podrá entrar en el campamento; pero durante siete días ha de habitar fuera de su tienda. (Levítico 14, 8)

  • Después untará un dedo de su mano derecha en el aceite que tiene en la palma de su mano izquierda, y con su dedo hará siete aspersiones de aceite delante de Yahveh. (Levítico 14, 16)

  • con un dedo de su mano derecha hará ante Yahveh siete aspersiones con el aceite que tiene en la palma de la mano izquierda, (Levítico 14, 27)

  • el sacerdote saldrá a la puerta de la casa y la cerrará durante siete días. (Levítico 14, 38)

  • y, tomando la madera de cedro, el hisopo y la púrpura escarlata, con el pájaro vivo, los mojará en la sangre del pájaro degollado y en el agua viva; y rociará la casa siete veces. (Levítico 14, 51)

  • Si el que padece flujo sana de él, se contarán siete días para su purificaión; después lavará sus vestidos, se bañará en agua viva y quedará puro. (Levítico 15, 13)

  • La mujer que tiene flujo, el flujo de sangre de su cuerpo, permanecerá en su impureza por espacio de siete días. Y quien la toque será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 19)

  • Si uno se acuesta con ella se contamina de la impureza de sus reglas y queda impuro siete días; todo lecho en que él se acueste será impuro. (Levítico 15, 24)

  • Una vez que ella sane de su flujo, contará siete días, quedando después pura. (Levítico 15, 28)

  • Tomando luego la sangre del novillo, rociará con su dedo el lado oriental del propiciatorio, y con su dedo hará siete aspersiones de sangre delante del propiciatorio. (Levítico 16, 14)

  • Hará sobre él con su dedo siete aspersiones de sangre, y así lo purificará y lo separará de las impurezas de los israelitas. (Levítico 16, 19)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina