Encontrados 234 resultados para: Diez Cuernos

  • y mandó diez muchachos diciéndoles: «Subid a Carmelo y llegad donde Nabal y le saludáis en mi nombre, (I Samuel 25, 5)

  • Al cabo de unos diez días hirió Yahveh a Nabal y murió. (I Samuel 25, 38)

  • David y toda la casa de Israel hacían subir el arca de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos. (II Samuel 6, 15)

  • El rey salió con toda su casa, a pie, dejando diez concubinas para guardar la casa. (II Samuel 15, 16)

  • Joab dijo al hombre que le avisaba: «Y viéndole ¿por qué no le has derribado allí mismo en tierra, yo te habría dado diez siclos de plata y un cinturón?» (II Samuel 18, 11)

  • Luego se acercaron diez jóvenes, escuderos de Joab, que hirieron a Absalón y lo remataron. (II Samuel 18, 15)

  • Los hombres de Israel respondieron a los hombres de Judá: «Yo tengo diez partes en el rey y además soy el primogénito. ¿Por qué me has menospreciado? ¿No hablé yo primero para hacer volver a mi rey?» Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más ásperas que las de los hombres de Israel. (II Samuel 19, 44)

  • David entró en su casa de Jerusalén; tomó el rey las diez concubinas que había dejado para guardar la casa y las puso bajo custodia. Proveyó a su mantenimiento, pero no se acercó a ellas y estuvieron encerradas hasta el día de su muerte, como viudas de por vida. (II Samuel 20, 3)

  • Adonías tuvo miedo de Salomón; se levantó y se fue y se agarró a los cuernos del altar. (I Reyes 1, 50)

  • Avisaron a Salomón: «Mira que Adonías tiene miedo del rey Salomón y se ha agarrado a los cuernos del altar diciendo: Que el rey Salomón me jure desde hoy que su servidor no morirá a espada.» (I Reyes 1, 51)

  • Llegó la noticia a Joab; como Joab se había inclinado por Adonías, aunque no se había inclinado por Absalón, se refugió Joab en la Tienda de Yahveh y se agarró a los cuernos del altar. (I Reyes 2, 28)

  • diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de ganado menor, aparte los ciervos y gacelas, gamos y las aves cebadas. (I Reyes 5, 3)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre todo o bem que ela ainda pode fazer”. São Padre Pio de Pietrelcina