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Nosotros, por nuestra parte, les escribimos: El ganado y todos los bienes de ustedes son nuestros, y los nuestros son de ustedes. En consecuencia, ordenamos que se les envíe un mensaje para comunicarles esto". (I Macabeos 12, 23)
dirige nuestra guerra, y nosotros haremos todo lo que nos mandes". (I Macabeos 13, 9)
Simón llamó entonces a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: “Yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos combatido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de hoy, y gracias a nosotros se logró más de una vez la liberación de Israel. (I Macabeos 16, 2)
Pero ahora estoy viejo, mientras que ustedes, por la misericordia del Cielo, están en la mejor edad. Ocupen mi puesto y el de mi hermano, salgan a combatir por nuestra nación y que la ayuda del Cielo esté con ustedes”. (I Macabeos 16, 3)
"A nuestra edad, decía, no está bien fingir. De lo contrario, muchos jóvenes creeránque Eleazar, a los noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas. (II Macabeos 6, 24)
Después de este trajeron al sexto, el cual, estando a punto de morir, dijo: "No te hagas vanas ilusiones, porque nosotros padecemos esto por nuestra propia culpa; por haber pecado contra nuestro Dios, nos han sucedido cosas tan sorprendentes. (II Macabeos 7, 18)
Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi alma por las leyes de nuestros padres, invocando a Dios para que pronto se muestro propicio con nuestra nación y para que te haga confesar, a fuerza de aflicciones y golpes, que él es el único Dios. (II Macabeos 7, 37)
Por lo tanto, harás un buen servicio enviándoles una embajada de paz, a fin de que, conociendo nuestra decisión, puedan vivir confiados y se dediquen de buen ánimo a sus propias ocupaciones". (II Macabeos 11, 26)
en primer lugar, sinceramente preocupado por los intereses del rey y, en segundo lugar, por consideración hacia mis compatriotas. A causa de la conducta irreflexiva de los hombres ya mencionados, toda nuestra nación padece no pocos infortunios. (II Macabeos 14, 8)
Por eso, ya que tú eres el rey, una vez que te informes detalladamente de todo esto, vela por nuestro país y nuestra nación amenazados por todas partes, de acuerdo con los sentimientos humanitarios que demuestras hacia todos. (II Macabeos 14, 9)
Dicho esto, se fue. Los sacerdotes, con las manos extendidas hacia el cielo, invocaron a Aquel que había combatido incesantemente en favor de nuestra nación, diciendo: (II Macabeos 14, 34)
Las vigas de nuestra casa son los cedros y nuestro artesonado, los cipreses. (Cantar 1, 17)