Encontrados 467 resultados para: diez carros de bronce

  • ¡Una espada sobre sus caballos y sus carros, y sobre la mezcla de gente que hay en ella, y se vuelven como mujeres! ¡Una espada sobre sus tesoros, y son saqueados! (Jeremías 50, 37)

  • contigo martillé caballos y jinetes, contigo martillé carros de guerra y conductores, (Jeremías 51, 21)

  • El noveno año del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén. Ellos acamparon frente a la ciudad y la cercaron con una empalizada. (Jeremías 52, 4)

  • Luego le sacó los ojos a Sedecías y lo ató con una doble cadena de bronce. Así lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo prisionero hasta el día de su muerte. (Jeremías 52, 11)

  • El día diez del quinto mes -era el decimonoveno año de Nabucodonosor, rey de Babilonia- Nebuzaradán, comandante de la guardia, que prestaba servicio ante el rey de Babilonia, entró en Jerusalén. (Jeremías 52, 12)

  • Además, los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce de la Casa del Señor, las bases y el Mar de bronce que estaba en la Casa del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. (Jeremías 52, 17)

  • Tomaron también las ollas, las palas, los cuchillos, los aspersorios, las fuentes y todos los utensilios de bronce que servían para el culto. (Jeremías 52, 18)

  • En cuanto a las dos columnas, al único Mar de bronce, a los doce bueyes de bronce que lo sostenían y a las bases que había hecho el rey Salomón para la Casa del Señor, no se podía evaluar el peso de bronce de todos esos objetos. (Jeremías 52, 20)

  • Estaba rematada por un capitel de bronce, y la altura del capitel era de dos metros y medio. Sobre el capitel, todo alrededor, había una moldura en forma de red y de granadas, todo de bronce. La segunda columna, con sus granadas, era igual a la primera. (Jeremías 52, 22)

  • Ya que el único pensamiento de ustedes ha sido apartarse de Dios, una vez convertidos, búsquenlo con un empeño diez veces mayor. (Baruc 4, 28)

  • Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas de ternero, y resplandecían con el fulgor del bronce bruñido. (Ezequiel 1, 7)

  • Entonces llegaron seis hombres del lado de la puerta superior que mira hacia el norte, cada uno con su instrumento de destrucción en la mano. En medio de ellos había un hombre vestido de lino, con la cartera de escriba en la cintura. Todos entraron y se detuvieron delante del altar de bronce. (Ezequiel 9, 2)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina