Encontrados 68 resultados para: unas

  • Aquel mismo día, en Ecbátana de Media, Sara, hija de Ragüel, fue insultada en forma semejante por unas jóvenes sirvientas de su padre. (Tobías 3, 7)

  • El avestruz tiene unas alas alegres y unas plumas suaves como un plumón. (Job 39, 13)

  • Los sacerdotes de Nanea las expusieron y él se presentó con unas pocas personas en el recinto sagrado. Pero, en cuanto entró Antíoco, cerraron el templo. (2 Macabeos 1, 15)

  • Nehemías mandó derramar el líquido sobrante sobre unas grandes piedras. (2 Macabeos 1, 31)

  • Las mujeres, ceñidas de saco desde los pechos, llenaban la calle. Las más jóvenes, que no debían todavía salir a la calle, unas corrían hacia las puertas, otras subían a los muros y otras se asomaban por las ventanas. (2 Macabeos 3, 19)

  • Además, los habitantes de Jafa cometieron este enorme crimen: con pretexto de agradar a los judíos que vivían entre ellos, la ciudad decidió que harían un paseo, junto con sus mujeres e hijos, en unas naves que tenían preparadas. (2 Macabeos 12, 3)

  • Unas veces las llamas besaban para no quemarlos a los animales que habían sido enviados contra los impíos: así comprenderían que Dios quería castigarlos; (Sabiduría 16, 18)

  • Mira el verdor de un árbol frondoso: unas hojas caen y otras aparecen; de igual manera las generaciones de carne y hueso, una muere y la otra nace. (Sirácides (Eclesiástico) 14, 18)

  • Como columnas de oro en una base de plata, así son unas lindas piernas en unos talones bien plantados. (Sirácides (Eclesiástico) 26, 18)

  • Una mujer acepta cualquier marido, pero hay unas mujeres mejores que otras. (Sirácides (Eclesiástico) 36, 21)

  • Entonces voló hacia mí uno de los serafines. Tenía un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas, (Isaías 6, 6)

  • Encontrarás que son impuros la cubierta de plata de tus ídolos y el revestimiento de oro de tus estatuas. Los tirarás como unas inmundicias y les dirás: «Váyanse de aquí.» (Isaías 30, 22)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina