Encontrados 55 resultados para: llorar

  • Y esto ocurría todos los años cada vez que subía a la Casa de Yavé; la otra la molestaba y ella se ponía a llorar y no quería comer. (1 Samuel 1, 7)

  • Llegaron los mensajeros a Guibea, donde vivía Saúl, y contaron estas cosas al pueblo, y todos se pusieron a gritar y a llorar. (1 Samuel 11, 4)

  • Cuando David terminó de hablar, dijo Saúl: «¿Es ésta tu voz, David, hijo mío?» Y se puso a llorar a sollozos. (1 Samuel 24, 16)

  • Entonces se pusieron a llorar a gritos hasta quedar rendidos. (1 Samuel 30, 4)

  • Y todo el pueblo comenzó otra vez a llorar por Abner. Más tarde, todo el mundo rogaba a David que comiera algo mientras era de día, pero David dijo: «Que Dios me maldiga si, antes de ponerse el sol, pruebo pan o cualquier cosa.» (2 Samuel 3, 35)

  • Apenas había terminado de hablar cuando entraron los hijos del rey, gritando y llorando. También el rey y sus acompañantes se pusieron a llorar. (2 Samuel 13, 36)

  • El rey se emocionó mucho, subió a la habitación que había sobre la puerta y se puso a llorar, diciendo entre sollozos: «Absalón, ¡hijo mío! ¡Hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! Ojalá yo hubiera muerto en lugar tuyo, ¡hijo mío!» (2 Samuel 19, 1)

  • Entonces se inmovilizaron las facciones del hombre de Dios, quedándose rígido, y empezó a llorar. (2 Reyes 8, 11)

  • Al escuchar estas palabras, me senté y me puse a llorar. Me puse de duelo algunos días, aguardando y rezando ante el Dios del Cielo. (Nehemías 1, 4)

  • También los levitas tranquilizaron al pueblo diciéndole: «Dejen de llorar. Este día es día de fiesta. No estén tristes.» (Nehemías 8, 11)

  • Estaban dispuestos a partir los dos, y el perro de Tobías los acompañaba, cuando la madre se puso a llorar y dijo a Tobit: (Tobías 5, 18)

  • Entonces ella dejó de llorar. (Tobías 6, 1)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina