Encontrados 438 resultados para: diez carros de bronce

  • El lote sagrado destinado a los sacerdotes tendrá veinticinco mil codos al norte, diez mil codos de ancho al oeste y al este, y veinticinco mil codos al sur. El santuario de Yavé estará en el medio. (Ezequiel 48, 10)

  • Tanto el territorio de los levitas como el de los sacerdotes tendrá veinticinco mil codos de largo por diez mil de ancho. (Ezequiel 48, 13)

  • A lo largo de la parte consagrada se ubicará una franja de terreno de diez mil codos de largo al este y diez mil al oeste; los ingresos de ese terreno servirán para alimentar a los trabajadores de la ciudad. (Ezequiel 48, 18)

  • «Te ruego que nos pongas diez días a prueba. Nos darás de comer legumbres y agua como bebida. (Daniel 1, 12)

  • El sirviente aceptó y los puso a prueba durante diez días. (Daniel 1, 14)

  • En cuantas cosas de sabiduría o de inteligencia les consultó el rey, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había en todo su reino. (Daniel 1, 20)

  • La cabeza de esta estatua era de oro puro, el pecho y los brazos de plata, las caderas y el vientre de bronce, (Daniel 2, 32)

  • Entonces todo a la vez quedó como polvo, el hierro, la loza, el bronce, la plata y el oro, como capotillo de la cosecha, y el viento se lo llevó sin que quedara rastro. (Daniel 2, 35)

  • Después de ti seguirá otro reino inferior al tuyo, y luego un tercer reino como el bronce que dominará la tierra entera. (Daniel 2, 39)

  • Es el significado de la piedra que has visto desprenderse del monte sin ayuda de ninguna mano y que redujo a polvo el hierro, el bronce, la loza, la plata y el oro. El Dios grande te ha revelado lo que ha de venir. ¿No es cierto que éste fue tu sueño? Entonces puedes estar seguro de la explicación.» (Daniel 2, 45)

  • Pero dejen en tierra el tronco y las raíces atados con hierro y bronce, entre la hierba del campo; que lo bañe el rocío del cielo, y participe con los animales de la tierra; (Daniel 4, 12)

  • En cuanto a lo que ha visto el rey, un ángel, un santo que bajaba del cielo y decía: «Corten el árbol, destruyéndolo, pero el tronco y las raíces déjenlos en tierra, con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo, que lo moje el rocío del cielo y participe de la suerte de los animales del campo hasta que hayan pasado por él siete tiempos, mira que voy a explicártelo (Daniel 4, 20)


“O trabalho é tão sagrado como a oração”. São Padre Pio de Pietrelcina