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así harás lo que es correcto a los ojos de Yavé, y te irá bien a ti y a tus hijos después de ti. (Deuteronomio 12, 25)
Escucha y observa todas las cosas que te mando, y siempre te irá bien a ti y a tus hijos después de ti, por hacer lo que es bueno y correcto a los ojos de Yavé. (Deuteronomio 12, 28)
luego, amontonarás los despojos en medio de la plaza y prenderás fuego a la ciudad con todos sus despojos para cumplir la maldición de Yavé. Esta ciudad quedará convertida en un montón de ruinas para siempre, y jamás volverá a ser edificada. (Deuteronomio 13, 17)
a condición de que escuches la voz de Yavé, guardando todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, y haciendo lo que es correcto a los ojos de Yavé, tu Dios. (Deuteronomio 13, 19)
No te dejes llevar por consideraciones indignas como de ser ésta: «Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión», y mires entonces con malos ojos a tu hermano pobre y no le prestes nada. No sea que llame contra ti a Yavé y cargues tú con un pecado. (Deuteronomio 15, 9)
Si tiene algún defecto, si es cojo o ciego, no lo sacrificarás a Yavé, (Deuteronomio 15, 21)
No torcerás el derecho ni te fijarás en la condición de las personas. No aceptarás regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y se hacen en perjuicio de los justos. ¡Justicia! (Deuteronomio 16, 19)
No te compadecerás de él, sino que le harás pagar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. (Deuteronomio 19, 21)
pero las mujeres y niños, el ganado y las demás cosas que en ella encuentres, serán tu botín y comerás de los despojos de tus enemigos que Yavé te haya entregado. (Deuteronomio 20, 14)
y pronunciarán estas palabras: «Nuestras manos no han derramado esa sangre y nuestros ojos no han visto nada. (Deuteronomio 21, 7)
Así se les perdonará esta sangre; así quitarás de en medio de ti la sangre inocente y obrarás rectamente a los ojos de Yavé. (Deuteronomio 21, 9)
Sea cual fuere el voto que hayas hecho, no llevarás a la casa de Yavé, tu Dios, regalo de prostitutas, ni salario de perro, o sea, prostituto, porque ambas cosas son abominables a los ojos de Yavé. (Deuteronomio 23, 19)