Bíblia Católica
 

Daniel, 2

23. A ti, oh Dios de mis padres, te alabo y te doy gracias, porque me has dado sabiduría y fuerza, me has manifestado lo que habíamos pedido y nos has dado a conocer el secreto del rey".

Versículos relacionados com Daniel, 2:

El Capítulo 2 de Daniel presenta el sueño del rey Nabucodonosor y la interpretación dada por Daniel, que le revela no solo el significado del sueño, sino también detalles sobre el futuro de los reinos que sucederían al imperio babilónico. Los versos seleccionados a continuación abordan los temas presentes en el capítulo, como sueños e interpretaciones, la sabiduría de Dios y su capacidad para revelar misterios.

Proverbios 25:2: "La gloria de Dios es cubrir las cosas, pero el honor de los reyes es descubrirlos". Este versículo muestra que Dios es el Señor de los misterios y las revelaciones, y que depende de él a la decisión de cuándo y cómo revelarlos.

Santiago 1:5: "Si alguno de ustedes tiene una falta de sabiduría, pregúntelo a Dios, que da a todos libremente, buena voluntad; y se le otorgará". Este versículo destaca la sabiduría de Dios, que es la clave para la interpretación de los sueños y las revelaciones.

Colosenses 2:3: "En él están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento". Este pasaje nos recuerda que la sabiduría divina es infinita y que a través de él podemos entender los misterios que se nos revelan.

Jeremías 33:3: "Llora para mí y te responderé, y te anunciaré cosas geniales y firmes que no sabes". Esta es una promesa de Dios para aquellos que buscan su sabiduría y conocimiento, lo que demuestra que siempre está dispuesto a revelar sus misterios.

Lucas 12:2: "Pero no hay nada cubierto de que no se deba descubrir; o oculto, que no se conozca". Este versículo muestra que al final se revelará todo, y que la sabiduría divina puede revelar los mayores misterios, incluso aquellos que parecen imposibles de entender.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina