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II Pedro, 3

14. Por lo cual, queridos hermanos, en espera de todas estas cosas, esforzaos por encontraros sin mancha, sin culpa y en paz en presencia del Señor.

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El Capítulo 3 de 2 Pedro trata con el regreso de Jesucristo y la destrucción del mundo por fuego. Pedro insta a los cristianos a vivir piadosos y esperan ansiosamente el regreso de Cristo. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en el capítulo:

Mateo 24:36: "Pero en ese día y hora, nadie sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre". Este versículo habla sobre la incertidumbre de la fecha del regreso de Cristo, que corrobora la enseñanza de Pedro en 2 Pedro 3:10 sobre la venida del Señor "como ladrón".

Hebreos 10:27: "Pero una terrible expectativa de juicio y un fuego ardiente que devorará a los oponentes". El autor de Hebreos habla sobre el castigo de los Wicked en el Día del Juicio, un tema que también aborda Peter en 2 Pedro 3:7.

James 5:7-8: "Él sede, hermanos, pacientes hasta la llegada del Señor. He aquí, el agricultor espera el precioso fruto de la tierra, esperándolo con pacientes, hasta que recibe la lluvia temporal y los pacientes. Fortalece tu corazón, porque la venida del Señor está cerca ". James insta a los cristianos a tener paciencia hasta el regreso de Cristo, tal como lo hace Pedro en 2 Pedro 3.

1 Tesalonicenses 5:2-3: "Porque sabes muy bien que el día del Señor vendrá como un ladrón por la noche. ¡Cuando dicen, la paz y la seguridad!, Entonces la destrucción repentina vendrá sobre ellos, como el dolor del parto sobre lo que está embarazada, y no escaparán ". Pablo también usa la imagen del ladrón para describir la venida de Cristo, así como a Pedro en 2 Pedro 3:10.

Apocalipsis 21:1: "Vi un nuevo cielo y una nueva tierra, para el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe". John habla sobre la nueva creación que Dios hará después de la destrucción del mundo por el fuego, un tema mencionado por Pedro en 2 Pedro 3:13.





“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina