II Macabeos, 9
11. Solamente entonces, torturado por aquellas llagas, comenzó a menguar en su extraordinaria soberbia y a darse cuenta de que aquel estado era un castigo de Dios, viendo que sus dolores aumentaban por momentos.
11. Solamente entonces, torturado por aquellas llagas, comenzó a menguar en su extraordinaria soberbia y a darse cuenta de que aquel estado era un castigo de Dios, viendo que sus dolores aumentaban por momentos.
“Feliz a alma que atinge o nível de perfeição que Deus deseja!” São Padre Pio de Pietrelcina