32. Menelao, juzgando que las circunstancias eran propicias para medrar, robó algunos objetos de oro del templo y se los dio a Andrónico; otros los vendió en Tiro y en las ciudades vecinas.





“Feliz a alma que atinge o nível de perfeição que Deus deseja!” São Padre Pio de Pietrelcina