17. y trescientos escudos más pequeños, también de oro trabajado a martillo, empleando para cada uno treinta minas de oro. Luego el rey los ubicó en la sala llamada Bosque del Líbano.





“O meu passado, Senhor, à Tua misericórdia. O meu Presente, ao Teu amor. O meu futuro, à Tua Providência.” São Padre Pio de Pietrelcina