Znaleziono 86 Wyniki dla: huesos

  • David recogió los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán y los juntó con los huesos de los que habían sido colgados. (II Samuel 21, 13)

  • y gritó contra el altar por orden del Señor: "¡Altar, altar! Esto dice el Señor: Nacerá un hijo a la casa de David, llamado Josías, e inmolará sobre ti a los sacerdotes de las colinas que en ti queman incienso, de modo que arderán sobre ti huesos humanos". (I Reyes 13, 2)

  • Después de sepultarlo, dijo a sus hijos: "Cuando yo me muera, me enterraréis en la sepultura en que el hombre de Dios está enterrado; poned mis huesos junto a los suyos, (I Reyes 13, 31)

  • y sucedió que mientras unos hombres estaban enterrando a un muerto, divisaron una banda, echaron al hombre en el sepulcro de Eliseo y escaparon. Apenas aquel hombre tocó los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie. (II Reyes 13, 21)

  • Despedazó las estelas, los cipos sagrados y llenó sus lugares de huesos humanos. (II Reyes 23, 14)

  • De regreso, al ver los sepulcros que había en el monte, envió a recoger los huesos de los sepulcros y los quemó en el altar; de este modo profanó, conforme a la palabra del Señor, pronunciada por el hombre de Dios cuando Jeroboán, durante la solemnidad, estaba de pie ante el altar. (II Reyes 23, 16)

  • Y él ordenó: "Dejadlo; que nadie remueva sus huesos". Así sus huesos fueron conservados junto con los huesos del profeta oriundo de Samaría. (II Reyes 23, 18)

  • Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de las colinas que había allí, quemó sobre ellos huesos humanos y luego se volvió a Jerusalén. (II Reyes 23, 20)

  • Quemó los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y así purificó a Judá y Jerusalén. (II Crónicas 34, 5)

  • Pero extiende tu mano y toca sus huesos y su carne. Verás si no te maldice a la cara". (Job 2, 5)

  • un estremecimiento de espanto me sacudió, que de terror hizo temblar mis huesos. (Job 4, 14)

  • Recuerda que mi vida es un soplo, que mis huesos no volverán a ver la dicha. (Job 7, 7)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina