Znaleziono 1947 Wyniki dla: hijo de la promesa

  • Habéis olvidado la exhortación que os dirige como a hijos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desalientes cuando te reprenda; (Hebreos 12, 5)

  • porque el Señor corrige al que ama, y castiga al que recibe como hijo. (Hebreos 12, 6)

  • El castigo que soportáis os sirve para educaros. Dios os trata como a hijos. ¿Hay algún hijo que no sea corregido por su padre? (Hebreos 12, 7)

  • Aquel cuya voz conmovió entonces la tierra nos ha hecho ahora esta promesa: Una vez más conmoveré no sólo la tierra, sino también el cielo. (Hebreos 12, 26)

  • Abrahán, nuestro Padre, ¿no fue justificado por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? (Santiago 2, 21)

  • Os saluda la iglesia de Babilonia, elegida por Dios lo mismo que vosotros y Marcos, mi hijo. (I Pedro 5, 13)

  • Él recibió de Dios Padre el honor y la gloria cuando desde la excelsa gloria se le hizo llegar esta voz: Éste es mi Hijo querido, mi predilecto. (II Pedro 1, 17)

  • Abandonaron el buen camino, se extraviaron y siguieron el ejemplo de Balaán, hijo de Beor, que habiendo buscado el salario de la injusticia, (II Pedro 2, 15)

  • preguntarán: ¿En qué ha venido a quedar la promesa de que Cristo volvería? Nuestros padres han muerto y nada ha cambiado, todo sigue igual desde que el mundo es mundo. (II Pedro 3, 4)

  • El Señor no retarda el cumplimiento de la promesa, como creen algunos que le acusan de tardanza, sino que usa de paciencia con vosotros, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos alcancen el arrepentimiento. (II Pedro 3, 9)

  • Pero, según su promesa, nosotros esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva, en los que reinará la justicia. (II Pedro 3, 13)

  • eso que hemos visto y oído, os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros, como lo estamos nosotros con el Padre y con su Hijo Jesucristo. (I Juan 1, 3)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina