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  • Cuando se hayan cumplido los mil años, Satanás será liberado de su prisión (Apocalipsis 20, 7)

  • El diablo, que lo seducía, fue arrojado al estanque de fuego y de azufre, donde están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 20, 10)

  • Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él. El cielo y la tierra huyeron de su presencia, sin que se encontrase su lugar. (Apocalipsis 20, 11)

  • Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas plagas se acercó a mí y me dijo: "Ven, que te voy a mostrar la esposa del cordero". (Apocalipsis 21, 9)

  • con la gloria misma de Dios: su esplendor era como el de una piedra preciosísima, como el jaspe cristalino. (Apocalipsis 21, 11)

  • Midió su muralla: setenta y siete metros, medida de hombre, que es también medida de ángel. (Apocalipsis 21, 17)

  • La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el cordero. (Apocalipsis 21, 23)

  • En ella no entrará nada impuro ni quien comete abominación o mentira, sino únicamente quienes han sido inscritos en el libro de la vida del cordero. (Apocalipsis 21, 27)

  • En medio de la plaza de la ciudad, y a un lado y otro del río, hay árboles de la vida, que dan doce frutos al año, una vez al mes. Las hojas de los árboles sirven para curar a las naciones. (Apocalipsis 22, 2)

  • No habrá ya noche, no tendrán ya necesidad de la luz de una lámpara ni de la del sol, porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22, 5)

  • Que el pecador continúe pecando, que el inmundo siga en su inmundicia, pero que el justo continúe practicando la justicia y que el santo siga santificándose. (Apocalipsis 22, 11)

  • Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para testificar estas cosas acerca de las Iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la estrella radiante de la mañana". (Apocalipsis 22, 16)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina