Znaleziono 66 Wyniki dla: Llegué

  • Los profetas profetizan mentiras, los sacerdotes enseñan con su mal ejemplo. ¡Y mi pueblo en ello se complace! Mas ¿qué haréis cuando llegue el fin? (Jeremías 5, 31)

  • Todas las naciones estarán sujetas a él, a su hijo y a su nieto, hasta que le llegue la hora también a su país; entonces lo subyugarán muchas naciones y reyes poderosos. (Jeremías 27, 7)

  • Escucha mi gemido: ¡no hay quien me consuele! Todos mis enemigos se alegran de mi ruina, de que tú lo hayas hecho. ¡Haz que llegue el día que habías anunciado, para que sean como yo! (Lamentaciones 1, 21)

  • ¡Llegue ante ti toda su iniquidad; y trátalos como a mí me has tratado por todos mis pecados! Pues son muchos mis gemidos y desfallece mi corazón. (Lamentaciones 1, 22)

  • Llegué a Tel-Abib, junto a los deportados que habitaban a lo largo del río Quebar, allí donde ellos habitaban, y permanecí como aturdido siete días en medio de ellos. (Ezequiel 3, 15)

  • Y llegué a darles preceptos que no eran buenos y leyes por las cuales no podrían vivir; (Ezequiel 20, 25)

  • "Y tú, hijo de hombre, traza dos caminos por donde llegue la espada del rey de Babilonia; de un mismo país partirán ambos. Pon una señal que, partiendo de allí, indique el camino que conduce a una ciudad. (Ezequiel 21, 24)

  • Ruina, ruina, ruina, como jamás se vio; a esto lo reduciré, hasta que llegue aquel a quien le corresponde el juicio por derecho; a él se lo entregaré. (Ezequiel 21, 32)

  • Pero aquel día, cuando Gog llegue a la tierra de Israel, dice el Señor Dios, mi ira explotará (Ezequiel 38, 18)

  • Por dondequiera que pase este río, todo ser viviente que en él se mueva vivirá; los peces serán muy abundantes, porque donde llegan estas aguas todo queda saneado; la vida prosperará donde llegue este río. (Ezequiel 47, 9)

  • Dichoso el que sepa esperar y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. (Daniel 12, 12)

  • En un mes rechacé a tres pastores. Llegué a asquearme de las ovejas, y también ellas se cansaron de mí. (Zacarías 11, 8)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina