33. Sucedió que uno de los soldados arameos disparó su arco sin saber a quién apuntaba, hiriendo al rey de Israel, por entre las hombreras y la coraza. El rey dijo al que guiaba su carro: «Date vuelta y sácame de la batalla, porque me siento malherido.»





“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina