17. Pero Hadad, con algunos hombres de entre los servidores de su padre, huyó a Egipto. Hadad era entonces un muchacho.





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina