I Tesalonicenses, 3
11. Que Dios mismo, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús orienten nuestros pasos hacia vosotros.
11. Que Dios mismo, nuestro Padre y nuestro Señor Jesús orienten nuestros pasos hacia vosotros.
Capítulo 3 de 1 Tesalonicenses describe cómo Pablo envió a Timothy a conocer las noticias de la Iglesia en Tesalónica y alentarlos en su fe. Timothy regresa con buenas noticias sobre la firmeza de la fe de los Tesalonicenses, lo que brinda un gran consuelo a Pablo. Siga cinco versos relacionados con los temas abordados en 1 Tesalonicenses 3:
2 Corintios 1:3-4: "Alabado al Dios y al Padre de nuestro Señor Jesucristo, al Padre de las Mercies, y a Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, que con el consuelo recibimos de Dios, nosotros, nosotros puede consolar a los que están pasando por las tribulaciones ". Este versículo habla sobre el consuelo que Dios nos ofrece en tiempos difíciles, un tema que también se aborda en 1 Tesalonicenses 3.
2 Timoteo 1:7: "Porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y equilibrio". Este versículo habla sobre la fuerza y el coraje que Dios nos da, un tema que también se enfatiza en 1 Tesalonicenses 3.
Hebreos 10:24-25: "Y consideren mutuamente para alentar el amor y las buenas obras. No dejemos enfoques de día ". Este verso habla sobre la importancia del aliento mutuo en la vida cristiana, un tema que se enfatiza en 1 Tesalonicenses 3.
2 Tesalonicenses 2:16-17: "Ahora que nuestro Señor Jesús mismo y Dios, nuestro Padre, que nos amaron y nos ha dado consuelo eterno y buena esperanza de gracia, consola tu corazón y fortalece a hacer y decir todo lo que es bueno " Este versículo habla sobre el consuelo y el fortalecimiento que Dios nos ofrece, un tema que se aborda en 1 Tesalonicenses 3.
Romanos 1:12: "Es decir, que tú y yo nos vamos mutuamente alentados por la fe que tenemos el uno al otro". Este versículo destaca la importancia del estímulo mutuo en la fe cristiana, un tema que se enfatiza en 1 Tesalonicenses 3.
“O amor sem temor torna-se presunção.” São Padre Pio de Pietrelcina
