Eclesiastés, 2

La Biblia de Jerusalén

1 Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer; disfruta del bienestar! Pero vi que también esto es vanidad.

2 A la risa la llamé: ¡Locura!; y del placer dije: ¿Para qué vale?

3 Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón en la sabiduría, y entregarme a la necedad hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida.

4 Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas;

5 me hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles frutales.

6 Me construí albercas con aguas para regar la frondosa plantación.

7 Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados, vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en Jerusalén.

8 Atesoré también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me procuré cantores y cantoras, toda clase de lujos humanos, coperos y reposteros.

9 Seguí engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en Jerusalén, y mi sabiduría se mantenía.

10 De cuanto me pedían mis ojos, nada les negué ni rehusé a mi corazón ninguna alegría; toda vez que mi corazón se solazaba de todas mis fatigas, y esto me compensaba de todas mis fatigas.

11 Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el sol.

12 Yo me volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron?

13 Yo vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las tieneblas.

14 El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio en las tinieblas camina. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos.

15 Entonces me dice: Como la suerte del necio será la mía, ¿para qué vales, pues, mi sabiduría? Y pensé que hasta eso mismo es vanidad.

16 No hay recuerdo duradero ni del sabio ni del necio; al correr de los días, todos son olvidados. Pues el sabio muere igual que el necio.

17 He detestado la vida, porque me repugna cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar vientos.

18 Detesté todos mis fatigosos afanes bajo el sol, que yo dejo a mi sucesor.

19 ¿Quién sabe si será sabio o necio? El se hará dueño de todo mi trabajo, lo que realicé con fatiga y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad.

20 Entregué mi corazón al desaliento, por todos mis fatigosos afanes bajo el sol,

21 pues un hombre que se fatigá con sabiduría, ciencia y destreza, a otro que en nada se fatigó da su propia paga. También esto es vanidad y mal grave.

22 Pues ¿qué le queda a aquel hombre de toda su fatiga y esfuerzo con que se fatigó bajo el sol?

23 Pues todos sus días son dolor, y su oficio, penar; y ni aun de noche su corazón descansa. También esto es vanidad.

24 No hay mayor felicidad para el hombre que comer y beber, y disfrutar en medio de sus fatigas. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios,

25 pues quien come y quien bebe, lo tiene de Dios.

26 Porque a quien le agrada, da El sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador, da la tarea de amontonar y atesorir para dejárselo a quien agrada a Dios. También esto es vanidad y atrapar vientos.




Versículos relacionados com Eclesiastés, 2:

Eclesiastés 2 aborda la búsqueda del autor de la felicidad y el significado en la vida a través de diversas experiencias y empresas, pero al final concluye que todo es vanidad y persigue el viento. Para complementar este tema, siguen cinco versos relacionados:

Proverbios 16:9: "El corazón del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos". El autor de Eclesiastés trató de planificar su vida en busca de felicidad y éxito, pero finalmente se dio cuenta de que la dirección de Dios es la más importante.

Mateo 6:19-21: "No te ayudes a los tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se rompen y roban. Pero te ayudan a los tesoros en el cielo, donde el rastro y el óxido no destruyen, y donde los ladrones No romper ni robar. Por el lugar donde está tu tesoro, entonces tu corazón estará ". Este versículo enfatiza la idea de que la búsqueda de riquezas y bienes materiales es en vano, ya que no traen felicidad duradera.

Filipenses 4:11-12: "No digo esto como necesariamente, porque he aprendido a contento con lo que tengo. Sé que sé cómo tener abundancia; en todos los sentidos, y en todas las cosas que estoy instruido, ambos ser abundante y hambriento; tanto tener abundancia como sufrir necesidad ". El autor de Eclesiastés trató de llenar su vacío interior con bienes y placeres materiales, pero este verso señala que la verdadera felicidad proviene de la satisfacción con lo que uno tiene.

Romanos 12:2: "No se ajuste al patrón de este mundo, sino que se conviertan en la renovación de su mente, para que puedan experimentar y demostrar la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios". El autor de Eclesiastés se dio cuenta de que seguir los estándares del mundo y buscar la felicidad en los placeres mundanos es inútil, este verso apunta a la necesidad de una renovación de la mente para encontrar la verdadera felicidad.

Mateo 16:26: "¿Porque el hombre ganará el mundo entero y perderá su alma? ¿O, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su alma?" El autor de Eclesiastés trató de encontrar significado en la vida a través de placeres y logros, pero este versículo enfatiza la importancia de priorizar la vida espiritual y la eternidad.


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