19. Pues, después de esto, serán un cadáver despreciable y ludibrio para siempre entre los muertos. Porque los destrozará precipitándolos de cabeza y sin hablar; los arrancará de cuajo: serán totalmente asolados, sumergidos en la amargura y perecerá su memoria.





“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina