19. Las mujeres, con cilicios bajo los pechos, invadían las calles; las doncellas encerradas, unas corrían a las puertas, otras subían a las murallas, otras miraban por las ventanas.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina