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He entrado en mi jardín, hermana mía, novia mía, he recogido mi bálsamo y mi mirra, he comido mi miel y mi panal, he bebido mi vino y mi leche. Coro: ¡Comed, amigos, y bebed, embriagaos, compañeros! (Cantar 5, 1)
Tu ombligo es un ánfora redonda, donde no falta vino aromático. Tu vientre, un cúmulo de trigo, rodeado de lirios. (Cantar 7, 3)
Tu boca como vino exquisito, que fluye suavemente hacia mi amor, deslizándose entre los labios que se adormecen". (Cantar 7, 10)
Te llevaría a la casa de mi madre, a la alcoba de la que me dio a luz; te daría a beber vino aromático, mosto de mis granadas. (Cantar 8, 2)
Por eso supliqué, y me fue concedida la prudencia; oré, y vino a mí el espíritu de sabiduría. (Sabiduría 7, 7)
Pues cuando vino sobre ellos el terrible furor de las fieras, cuando perecieron con la mordedura de serpientes venenosas, tu ira no llegó hasta el extremo. (Sabiduría 16, 5)
Porque pronto un hombre irreprochable vino como adalid, empuñando las armas de su propio ministerio, la oración y el incienso expiatorio, y resistió la cólera y puso fin al azote, mostrando así que era siervo tuyo. (Sabiduría 18, 21)
No te sientes jamás junto a mujer casada, ni te pongas a la mesa con ella a beber vino, no sea que se incline hacia ella tu corazón, y por tu pasión te lleve a la ruina. (Eclesiástico 9, 9)
No abandones al viejo amigo, porque el nuevo no valdrá lo que él. Vino nuevo es el amigo nuevo, cuando se haga viejo lo beberás con placer. (Eclesiástico 9, 10)
El vino y las mujeres hacen perder la cabeza a los sensatos, el que frecuenta las prostitutas pierde todo pudor. (Eclesiástico 19, 2)
Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos perdió el vino. (Eclesiástico 31, 25)
El horno prueba el temple del acero, así el vino prueba los corazones en la contienda de fanfarrones. (Eclesiástico 31, 26)
