Fondare 794 Risultati per: seis días

  • Si la parte afectada no tiene el pelo blanco, ni la piel hundida y la mancha ha ido desapareciendo, aislará durante siete días al enfermo. (Levítico 13, 21)

  • Si el sacerdote no ve el pelo blanco ni la piel hundida, lo aislará durante siete días, (Levítico 13, 26)

  • Si en el reconocimiento de la llaga tiñosa el sacerdote no ve la piel hundida ni el pelo amarillento, aislará al enfermo durante siete días, (Levítico 13, 31)

  • el enfermo se rasurará, excepción hecha de las partes afectadas por la tiña, y el sacerdote lo aislará durante otros siete días, (Levítico 13, 33)

  • El sacerdote la examinará y aislará el objeto durante siete días. (Levítico 13, 50)

  • mandará lavar el objeto infectado y lo aislará otros siete días. (Levítico 13, 54)

  • El leproso así purificado lavará sus vestidos, se cortará todo el pelo, se bañará con agua y será puro. Después entrará de nuevo en el campamento, pero tardará siete días en entrar en su tienda. (Levítico 14, 8)

  • saldrá fuera, a la puerta de la casa, y la cerrará durante siete días. (Levítico 14, 38)

  • Cuando el paciente esté curado de su derrame, contará siete días para su purificación; lavará sus vestidos, bañará su cuerpo en agua corriente y será puro. (Levítico 15, 13)

  • "Cuando una mujer tenga su período normal de menstruación, será considerada impura durante siete días. El que la toque será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 19)

  • Si un hombre se acuesta con ella, contrae la impureza de su menstruación y será impuro durante siete días; todo lecho sobre el que duerma será impuro. (Levítico 15, 24)

  • El lecho sobre el que haya dormido durante el tiempo de su hemorragia será para ella como el lecho de los días de su menstruación, y todo mueble sobre el que se haya sentado será impuro, como si se tratara de la impureza de su menstruación. (Levítico 15, 26)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina