Fondare 160 Risultati per: guardar el sábado

  • pues era sábado el día en que Jesús había hecho lodo y abierto sus ojos. (Juan 9, 14)

  • Algunos fariseos dijeron: "Ése no puede ser un hombre de Dios, pues no guarda el sábado". Otros decían: "¿Cómo puede hacer tales milagros un hombre pecador?". Estaban divididos. (Juan 9, 16)

  • Como era la víspera de la pascua, para que no quedaran los cuerpos en la cruz el sábado -pues era un día muy solemne-, los judíos rogaron a Pilato que se les quebraran las piernas y los quitaran. (Juan 19, 31)

  • Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, lo que se permitía andar en sábado. (Hechos 1, 12)

  • Ellos continuaron su viaje, y de Perge pasaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. (Hechos 13, 14)

  • Porque los habitantes de Jerusalén y sus jefes han cumplido, sin saberlo, las palabras de los profetas que se leen cada sábado; (Hechos 13, 27)

  • Y al salir les rogaron que continuaran hablando de lo mismo el próximo sábado. (Hechos 13, 42)

  • El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a escuchar la palabra de Dios. (Hechos 13, 44)

  • Algunos de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe se levantaron y dijeron que los paganos debían circuncidarse y guardar la ley de Moisés. (Hechos 15, 5)

  • El sábado salimos fuera de la ciudad y fuimos por la orilla del río, donde pensábamos que estaba el lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a hablar con las mujeres que se habían reunido. (Hechos 16, 13)

  • No os neguéis el uno al otro esa obligación, a no ser de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; después volved de nuevo a juntaros, para que no os tiente Satanás si no podéis guardar continencia. (I Corintios 7, 5)

  • pero si no pueden guardar continencia, que se casen. Es mejor casarse que consumirse de pasión. (I Corintios 7, 9)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina