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Lo hicieron, y cuando llegó el momento en que comenzó a brillar el sol, que había estado velado por nubes hasta entonces, se encendió un fuego grande, tanto que todos quedaron estupefactos. (II Macabeos 1, 22)
Pues si la ciudad no hubiera estado envuelta en pecado, Antíoco habría sido bien flagelado y reprimido en su audacia, como lo fue Heliodoro, mandado por Seleuco a robar el tesoro. (II Macabeos 5, 18)
Solamente entonces, torturado por aquellas llagas, comenzó a menguar en su extraordinaria soberbia y a darse cuenta de que aquel estado era un castigo de Dios, viendo que sus dolores aumentaban por momentos. (II Macabeos 9, 11)
No es que desespere de mi estado, ya que confío seguramente librarme de esta enfermedad. (II Macabeos 9, 22)
Pero Alcimo, viendo lo bien que se entendían los dos y haciéndose con una copia de los pactos concertados, se presentó a Demetrio, acusando a Nicanor de traidor de los intereses del Estado, ya que había nombrado sucesor suyo a Judas, enemigo y perturbador del reino. (II Macabeos 14, 26)
Ésta fue la historia de Nicanor. Como desde aquellos días la ciudad ha estado en poder de los hebreos, también yo pondré fin a mi obra. (II Macabeos 15, 38)
He estado al borde de la desgracia en medio del pueblo y de la asamblea". (Proverbios 5, 14)
calumnia de una lengua injusta contra el rey. Mi alma ha estado al borde de la muerte, mi vida había descendido casi al sepulcro. (Eclesiástico 51, 6)
Avergüénzate, Sidón, pues así habla el mar: No; no he estado de parto, ni he parido, ni he criado jóvenes, ni he nutrido doncellas. (Isaías 23, 4)
He estado en silencio por mucho tiempo, me he callado, me he contenido; ya gimo como mujer en parto, suspiro y jadeo. (Isaías 42, 14)
Grita de alegría, estéril, que no has dado a luz, prorrumpe en gritos de gozo y algazara, tú que no has estado de parto. Pues son más numerosos los hijos de la abandonada que los hijos de la casada -dice el Señor-. (Isaías 54, 1)
Jamás he ido a divertirme a una reunión de burlones; bajo el peso de tu mano he estado solitario, pues tú me habías llenado de tu ira. (Jeremías 15, 17)