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  • Y el Señor se apareció en la tienda en una columna de nube, que se detuvo a la entrada de la tienda. (Deuteronomio 31, 15)

  • Josué dijo: "Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva y apartad unos cuantos hombres para guardarla. (Josué 10, 18)

  • Pero, al ponerse el sol, Josué mandó descolgarlos y echarlos en la cueva donde se habían escondido. Y pusieron grandes piedras en la entrada de la cueva, y allí están todavía hoy. (Josué 10, 27)

  • además, el país de los guiblitas y todo el Líbano, al oriente, desde Baal Gad, a los pies del monte Hermón, hasta la entrada de Jamat. (Josué 13, 5)

  • La frontera oriental será el mar Muerto, hasta la desembocadura del Jordán". La frontera norte empezaba en la entrada de la desembocadura del Jordán, (Josué 15, 5)

  • Éstas son las heredades que el sacerdote Eleazar, Josué, hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de Israel repartieron por suerte en Silo, ante el Señor, a la entrada de la tienda de la reunión. Así se llevó a cabo el reparto de la tierra. (Josué 19, 51)

  • El homicida huirá a una de estas ciudades, se detendrá a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a los ancianos de la ciudad. Éstos lo recibirán y le asignarán una casa para que viva con ellos. (Josué 20, 4)

  • Los cinco principados filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los hititas que habitaban la montaña del Líbano, desde la montaña de Baal Hermón hasta la entrada de Jamat. (Jueces 3, 3)

  • Los seiscientos hombres armados se pusieron a la entrada de la puerta. (Jueces 18, 16)

  • Y los cinco hombres que habían ido a explorar el país entraron, se apoderaron de la imagen tallada y chapeada, el efod y los ídolos familiares, mientras que el sacerdote estaba a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados. (Jueces 18, 17)

  • Su marido se levantó, abrió la puerta de la casa para salir y continuar su camino, cuando vio a su concubina caída a la entrada de la casa con las manos en el umbral. (Jueces 19, 27)

  • Elí era ya muy anciano. Se enteró de todo lo que hacían sus hijos a todo Israel y que se acostaban con las mujeres que estaban al servicio de la entrada de la tienda de la reunión, (I Samuel 2, 22)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina