Fondare 822 Risultati per: corazón puro

  • al que no quisieron obedecer nuestros padres, sino que lo rechazaron, y, con el corazón puesto en Egipto, (Hechos 7, 39)

  • Hombres de cabeza dura e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como fueron vuestros padres, así sois también vosotros. (Hechos 7, 51)

  • No tienes parte ni herencia en esto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. (Hechos 8, 21)

  • Al llegar y ver la gracia de Dios, se llenó de alegría y exhortaba a todos a perseverar con un corazón firme, fieles al Señor, (Hechos 11, 23)

  • Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, fiel a Dios, nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que aceptase las cosas que Pablo decía. (Hechos 16, 14)

  • Pablo respondió: "¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor". (Hechos 21, 13)

  • Dios, a quien sirvo de todo corazón predicando el evangelio de su Hijo, es testigo de que os recuerdo constantemente, (Romanos 1, 9)

  • porque, conociendo a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias; por el contrario, su mente se dedicó a razonamientos vanos y su insensato corazón se llenó de oscuridad. (Romanos 1, 21)

  • Tú, con tu corazón impenitente y duro, estás amontonando castigos para el día del castigo, cuando se manifieste el justo juicio de Dios, (Romanos 2, 5)

  • sino que es judío el que lo es en el interior, y la verdadera circuncisión es la del corazón, según el espíritu, no según la letra; cuya alabanza no viene de los hombres, sino de Dios. (Romanos 2, 29)

  • Pero gracias a Dios vosotros, después de haber sido esclavos del pecado, habéis obedecido de todo corazón a la norma de doctrina en la cual habéis sido instruidos; (Romanos 6, 17)

  • Así pues, tiene misericordia de quien quiere, y a quien quiere le endurece el corazón. (Romanos 9, 18)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina