Fondare 2182 Risultati per: Mar

  • Dios llamó a lo seco tierra, y a la masa de las aguas llamó mares. Vio Dios que esto estaba bien. (Génesis 1, 10)

  • Dios creó los grandes monstruos marinos, todos los seres vivientes que se mueven y pululan en las aguas según su especie, y el mundo volátil según su especie. Vio Dios que esto estaba bien. (Génesis 1, 21)

  • Dios los bendijo diciendo: "Sed fecundos, multiplicaos y llenad las aguas del mar, y multiplíquense las aves sobre la tierra". (Génesis 1, 22)

  • Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, las fieras campestres y los reptiles de la tierra". (Génesis 1, 26)

  • Dios los bendijo y les dijo: "Sed fecundos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y cuantos animales se mueven sobre la tierra". (Génesis 1, 28)

  • La mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió; dio también de él a su marido, que estaba junto a ella, y él también comió. (Génesis 3, 6)

  • A la mujer le dijo: "Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Con dolor parirás a tus hijos; tu deseo te arrastrará hacia tu marido, que te dominará". (Génesis 3, 16)

  • los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas las que más les gustaron. (Génesis 6, 2)

  • Todos los animales de la tierra os temerán y os respetarán; las aves del cielo, todo lo que se mueve sobre la tierra y todos los peces del mar están en vuestras manos. (Génesis 9, 2)

  • Sem y Jafet tomaron un manto, se lo echaron sobre la espalda y, yendo hacia atrás, vuelto el rostro, cubrieron, sin verla, la desnudez de su padre. (Génesis 9, 23)

  • arvadeos, semareos y jamateos. Los cananeos se dispersaron; (Génesis 10, 18)

  • El Faraón mandó llamar a Abrán y le dijo: "¿Qué es lo que me has hecho? ¿Por qué no me has dicho que era tu mujer? (Génesis 12, 18)


“O trabalho é tão sagrado como a oração”. São Padre Pio de Pietrelcina