Fondare 114 Risultati per: podrá

  • después de haberse vendido le quedará el derecho al rescate: uno de sus hermanos podrá rescatarlo. (Levítico 25, 48)

  • Lo rescatará su tío paterno, o el hijo de su tío, o algún otro pariente cercano suyo dentro de su familia, o, si alcanzan sus recursos, él mismo podrá rescatarse. (Levítico 25, 49)

  • Pero si nos rescata el campo, y éste se vende o otro, el campo no podrá ser rescatado en adelante. (Levítico 27, 20)

  • Nadie, sin embargo, podrá consagrar los primogénitos de su ganado que ya, por ser tales, pertenecen a Yahveh. Sean del ganado mayor o del menor, pertenecen a Yahveh. (Levítico 27, 26)

  • Nada de lo que a uno pertenece - hombre, animal o campo de su propiedad - que haya sido consagrado a Yahveh con anatema podrá venderse ni rescatarse. Todo anatema es cosa sacratísima para Yahveh. (Levítico 27, 28)

  • Ningún ser humano consagrado como anatema podrá ser rescatado; deberá morir. (Levítico 27, 29)

  • De las cosas sacratísimas os alimentaréis. Todo varón lo podrá comer. Lo considerarás como sagrado. (Números 18, 10)

  • También te pertenecerá la ofrenda reservada de todo lo que los israelitas den a mecer; te lo doy a ti y a tus hijos y a tus hijas por decreto perpetuo. Cualquiera que esté puro en tu casa lo podrá comer. (Números 18, 11)

  • Los primeros productos que lleven a Yahveh, de todo lo que produzca su tierra, serán para ti. Todo el que esté puro en tu casa lo podrá comer. (Números 18, 13)

  • El sacerdote purificará sus vestidos y se lavará el cuerpo con agua; luego podrá ya entrar en el campamento; pero será impuro el sacerdote hasta la tarde. (Números 19, 7)

  • y le encuentra el vengador de la sangre fuera del término de su ciudad de asilo, el vengador de la sangre podrá matar al homicida, sin ser responsable de su sangre, (Números 35, 27)

  • porque aquél debía permanecer en la ciudad de asilo hasta la muerte del Sumo Sacerdote. Cuando muera el Sumo Sacerdote, el homicida podrá volver a la tierra de su propiedad. (Números 35, 28)


“Reze, reze! Quem muito reza se salva e salva os outros. E qual oração pode ser mais bela e mais aceita a Nossa Senhora do que o Rosario?” São Padre Pio de Pietrelcina