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  • Pero pedimos auxilio al Señor, y él escuchó nuestra voz y nos envió un Ángel que nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cades, la población que está al borde de tu territorio. (Números 20, 16)

  • Pasaremos como guerreros a la tierra de Canaán, a las órdenes del Señor, pero conservaremos nuestra propiedad hereditaria al otro lado del Jordán". (Números 32, 32)

  • Y cuando los israelitas celebren el año del jubileo, la herencia de ellas se sumará a la de la otra tribu y será sustraída del patrimonio de nuestra tribu. (Números 36, 4)

  • Y esta será nuestra justicia: observar y poner en práctica todos estos mandamientos delante del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ordenó". (Deuteronomio 6, 25)

  • Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, (Deuteronomio 26, 7)

  • pero temí que sus enemigos se jactaran, que cayeran en el error y dijeran: ‘Nuestra mano ha prevalecido, no es el Señor el que hizo todo esto’. (Deuteronomio 32, 27)

  • Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca: nuestros mismos enemigos lo confirman. (Deuteronomio 32, 31)

  • Los hombres le respondieron: "Nosotros responderemos por ustedes con nuestra vida, con tal que no nos delates. Cuando el Señor nos entregue este país, te trataremos con bondad y lealtad". (Josué 2, 14)

  • Estos son los odres de vino: eran nuevos cuando los llenamos, y ahora están aquí, todos rotos. Y estas son nuestra ropa y nuestras sandalias, gastadas por un viaje excesivamente largo". (Josué 9, 13)

  • "¡El Dios de los dioses, el Señor, lo sabe perfectamente, y que también lo sepa Israel! Si ha habido de nuestra parte rebelión contra el Señor o infidelidad hacia él, que él no nos salve en este día. (Josué 22, 22)

  • Pero el hombre dijo a Joab: "Aunque pudiera pesar en la palma de mi mano mil siclos de plata, no atentaría contra el hijo del rey. Porque en presencia nuestra el rey les impartió esta orden, a ti, a Abisai y a Itai: ‘¡Cuídenme bien al joven Absalón!’. (II Samuel 18, 12)

  • Ella dijo a su marido: "Mira, me he dado cuenta de que ese que pasa siempre por nuestra casa es un santo hombre de Dios. (II Reyes 4, 9)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina