Fondare 737 Risultati per: cielo abierto

  • Inclínate desde tu santa morada, desde lo alto del cielo, y bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos diste -esa tierra que mana leche y miel- como lo habías jurado a nuestros padres". (Deuteronomio 26, 15)

  • Él te abrirá el cielo -su rico tesoro- para proveer de lluvia a tu tierra en el momento oportuno, y para bendecir todos tus trabajos. Serás acreedor de muchas naciones y deudor de ninguna. (Deuteronomio 28, 12)

  • El cielo sobre tu cabeza será de bronce, y la tierra bajo tus pies será de hierro. (Deuteronomio 28, 23)

  • En lugar de lluvia, el Señor enviará polvo a tu tierra, y sobre ti caerá arena desde el cielo, hasta que seas exterminado. (Deuteronomio 28, 24)

  • Tus cadáveres serán pasto de todas las aves del cielo y de todos los animales de la tierra, y no habrá nadie que los espante. (Deuteronomio 28, 26)

  • Después de haber sido numeroso, como las estrellas del cielo, quedarás reducido a un pequeño número, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios. (Deuteronomio 28, 62)

  • Aunque tus desterrados se encuentren en los confines del cielo, de allí el Señor, tu Dios, te volverá a reunir, de allí te tomará. (Deuteronomio 30, 4)

  • No está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?". (Deuteronomio 30, 12)

  • Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, (Deuteronomio 30, 19)

  • Reúneme aquí a todos los ancianos de sus tribus y a sus escribas, para que pueda transmitirles todas estas palabras y para poner al cielo y a la tierra como testigos contra ellos. (Deuteronomio 31, 28)

  • "Escucha, cielo, y hablaré, oiga la tierra las palabras de mi boca. (Deuteronomio 32, 1)

  • Yo levanto mi mano hacia el cielo y juro: Tan cierto como que vivo eternamente, (Deuteronomio 32, 40)


“Diante de Deus ajoelhe-se sempre.” São Padre Pio de Pietrelcina