Fondare 4547 Risultati per: David como rey

  • Y hubo relámpagos, voces, truenos y un violento terremoto como nunca había sucedido desde que los hombres viven sobre la tierra. (Apocalipsis 16, 18)

  • Después vino uno de los siete Ángeles que tenían las siete copas y me dijo: «Acompáñame, y te mostraré cómo va a ser castigada la famosa Prostituta que está sentada a la orilla de los grandes ríos. (Apocalipsis 17, 1)

  • Los diez cuernos que viste, así como también la Bestia, acabarán por odiar a la Prostituta, le quitarán sus vestidos hasta dejarla desnuda, comerán su carne y la consumirán por medio del fuego. (Apocalipsis 17, 16)

  • Provóquenle tormentos y dolor en la medida de su fastuosidad y de su lujo. Porque ella se jacta, diciendo: Estoy sentada como una reina, no soy viuda y jamás conoceré el duelo. (Apocalipsis 18, 7)

  • Sus ojos son como una llama ardiente y su cabeza está cubierta de numerosas diademas. Lleva escrito un nombre que solamente él conoce (Apocalipsis 19, 12)

  • Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar, (Apocalipsis 20, 8)

  • Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. (Apocalipsis 21, 2)

  • La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. (Apocalipsis 21, 11)

  • Las doce puertas eran doce perlas y cada puerta estaba hecha con una perla enteriza. La plaza de la Ciudad era de oro puro, transparente como el cristal. (Apocalipsis 21, 21)

  • Después el Ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, (Apocalipsis 22, 1)

  • Yo, Jesús, he enviado a mi mensajero para dar testimonio de estas cosas a las Iglesias. Yo soy el Retoño de David y su descendencia, la Estrella radiante de la mañana. (Apocalipsis 22, 16)


“O amor tudo esquece, tudo perdoa, sem reservas.” São Padre Pio de Pietrelcina