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Estos alimentos, bebidas y diferentes clases de purificación por el agua son ritos de hombres, y solamente valen hasta el tiempo de la reforma.Cristo entró llevando su propia sangre (Carta a los Hebreos 9, 10)
Nosotros no somos de los que se retiran y pierden, sino que somos hombres de fe que salvan sus almas. (Carta a los Hebreos 10, 39)
Por la fe pudo tener un hijo a pesar de su avanzada edad y de que Sara era también estéril, pues tuvo confianza en el que se lo prometía. (Carta a los Hebreos 11, 11)
Los que así hablan, hacen ver claramente que van en busca de una patria; (Carta a los Hebreos 11, 14)
Levantemos la mirada hacia Jesús, que dirige esta competición de la fe y la lleva a su término. El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. (Carta a los Hebreos 12, 2)
Por lo tanto, levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan, (Carta a los Hebreos 12, 12)
a Jesús, el mediador de la nueva alianza, llevando la sangre que purifica y que clama a Dios con más fuerza que la sangre de Abel. (Carta a los Hebreos 12, 24)
Se levanta el sol y empieza el calor, seca la hierba y marchita la flor, y pierde toda su gracia. Así también el rico verá decaer sus negocios. (Carta de Santiago 1, 11)
su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya eran los últimos tiempos? (Carta de Santiago 5, 3)
La oración hecha con fe salvará al que no puede levantarse; el Señor hará que se levante; y si ha cometido pecados, se le perdonarán. (Carta de Santiago 5, 15)
Estaban preparando lo que mantiene a los ángeles en suspenso, y que ahora les ha sido anunciado por los evangelizadores de ustedes, al mismo tiempo que el Espíritu Santo les era enviado desde el cielo. Y les fue revelado que todo esto sería, no para ellos, sino para ustedes. (1º Carta de Pedro 1, 12)
pero la palabra del Señor permanece eternamente. Esta palabra es el Evangelio que se les ha anunciado a ustedes. (1º Carta de Pedro 1, 25)