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Pero para los que Dios ha llamado, judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. (1º Carta a los Corintios 1, 24)
Con ustedes decidí no conocer más que a Jesús, el Mesías, y un Mesías crucificado. (1º Carta a los Corintios 2, 2)
Si uno de ellos te ve a ti, con tu buen conocimiento, sentado a la mesa en un salón del templo, su conciencia poco formada se dejará arrrastrar y comerá también él esa carne. (1º Carta a los Corintios 8, 10)
No pueden beber al mismo tiempo de la copa del Señor y de la copa de los demonios ni pueden tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. (1º Carta a los Corintios 10, 21)
Ahora bien, si proclamamos un Mesías resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos ahí que no hay resurrección de los muertos? (1º Carta a los Corintios 15, 12)
Así, pues, hermanos míos muy amados, manténganse firmes y no se dejen conmover. Dedíquense a la obra del Señor en todo momento, conscientes de que con él no será estéril su trabajo. (1º Carta a los Corintios 15, 58)
Estén alerta, manténganse firmes en la fe, sean hombres, sean fuertes. (1º Carta a los Corintios 16, 13)
En él todas las promesas de Dios han llegado a ser un sí, y por eso precisamente decimos «Amén» en su nombre cuando damos gracias a Dios. (2º Carta a los Corintios 1, 20)
No pretendo controlar autoritariamente su fe, sino darles motivos de alegría, y hablando de fe, ustedes se mantienen firmes. (2º Carta a los Corintios 1, 24)
Teniendo, pues, tales promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda mancha del cuerpo y del espíritu, haciendo realidad la obra de nuestra santificación en el temor de Dios. (2º Carta a los Corintios 7, 1)
Temo que, si voy a verlos, no los encuentre como quisiera y que ustedes, a su vez, no me encuentren a mí como desearían. Quizá haya rivalidades, envidias, rencores, disputas, calumnias, chismes, soberbia, desórdenes. (2º Carta a los Corintios 12, 20)
La Escritura anticipó que Dios daría a los paganos la verdadera rectitud por el camino de la fe. Por eso Abrahán recibió esta promesa: La bendición pasará de ti a todas las naciones. (Carta a los Gálatas 3, 8)