2. ¿Por qué cuando he venido no había nadie, cuando he llamado no hubo quien respondiera? ¿Acaso se ha vuelto mi mano demasiado corta para rescatar o quizá no habrá en mí vigor para salvar? He aquí que con un gesto seco el mar, convierto los ríos en desierto; quedan en seco sus peces por falta de agua y mueren de sed.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina